Capitulo Once

 CAPÍTULO 11: EL ALUMNO PRÓDIGO



Enric recibió una llamada un tanto extraña:

-Profesor, soy la madre de Joan. Tengo que hablarle sobre mi hijo, pero para que él no sospeche nada, le invito a cenar con la excusa de que él habla mucho de usted y que por eso queremos conocerle mi marido y yo, cosa que también es cierta.
Si le parece bien, venga el viernes por la noche a eso de las 22 horas, le mando la dirección a su correo electrónico.

-De acuerdo, allí estaré.

Enric estaba intrigado: La voz de la madre de Joan sonaba algo temblorosa y el chico era su alumno más aplicado.

Luego recibió una llamada de su amigo, el comisario. Le informó de que habían encontrado los cadáveres de un grupo de chicos que habían sido atacados por algún animal y alguien les había extraído la sangre.     
Pero esta vez no había marcas de ningún objeto punzante, sólo los mordiscos en el cuello y arañazos por todo el cuerpo.
Antes de ser atacados, los muchachos debían de haber estado bastante ebrios según la cantidad de alcohol en sangre que aparecía en los resultados de la analítica que se pudo realizar de la poca sangre que quedaba en uno de ellos.  
Los cuerpos habían sido hallados cerca de la casa de Carla.
El chico que aún conservaba algo de plasma en su cuerpo, aún estaba vivo cuando llegaron las ambulancias y la policía, pero murió a los pocos minutos y sólo podía pronunciar una palabra: monstruo.

Esa noche, el profesor volvió a tener la misma pesadilla. Se despertó sudando. No sabia quien era el tal Francesc que mencionaba su padre, pero parecía que le conocía bastante bien. Pero él, lo único que quería era borrar de su mente lo sucedido y por eso no había llegado a indagar más en todo ese tiempo. Hacía muchos años que sus padres habían muerto y seguramente también lo habían  hecho los que acompañaron a su progenitor aquella fatídica noche, por lo que era seguro que ya nadie recordara aquel extraño suceso.   

Intentó borrarlo de su mente: era imposible que lo ocurrido en la actualidad tuviera que ver con aquel suceso del pasado, puesto que habían transcurrido muchos años y se encontraban a bastantes kilómetros de distancia.
Seguramente aquel ser habría muerto ya a manos de algún campesino, pescador o cazador.
O tal vez, quien sabe, a manos de un agente de algún cuerpo de seguridad.

Transcurrieron un par de días de normalidad y llegó la noche del viernes.
El profesor condujo su coche hasta el barrio de Joan  y lo aparcó en el descampado que había cerca de la boca del metro de La Pau.
No se dio cuenta que estaba siendo observado, que algo le seguía desde la oscuridad y las sombras.

Llamó al piso desde el interfono, se identificó, le abrieron la puerta de la portería y subió en el ascensor hasta la planta correcta.
Una vez en el rellano, los padres de Joan le estaban esperando.

-¡Encantados de conocerle en persona, profesor!

-Igualmente, el gusto es mío -Respondió Enric.

Pasaron al comedor, donde Joan estaba colocando las servilletas, cubiertos, platos y copas en la mesa.

-Se nota que es una ocasión especial, porque mi hijo no suele ayudar a su madre con las tareas domésticas -Dijo el padre.

Joan le miró con una cara que el profesor enseguida vio que su alumno sentía algo de odio por su progenitor. 
La cena transcurrió entre preguntas de los padres al profesor y elogios tanto  de Enric a Joan como viceversa.

El chico se fue a dormir y Marta (la madre), acompañó a Enric al primer cuarto, donde había dejado el profesor su chaqueta.
La madre aprovechó para hablarle:

-Profesor, muchas gracias por haber venido. Desde hace varios meses, Joan está algo cambiado, no sé si ha notado algo diferente en sus clases.

-La verdad es que lo único que he percibido  es que ha aumentado tanto su interés por ellas y su concentración, que en nada que interrumpe otro alumno o uno de ellos responde cualquier tontería, él le mira con desprecio. Pero es algo normal en personas que se consideran mucho más inteligentes que el resto, como debe ser su caso.
Y dígame, ¿En que considera usted que el chico ha cambiado?

-Se ha vuelto algo más arisco y también más agresivo. Nos contesta mal, nos empuja o nos golpea y nos mira con aire de superioridad. Mi marido, a pesar de que no le gusta la violencia, si Joan le pega él le devuelve el golpe, no se deja intimidar.  También mi hijo sale algunas noches y no vuelve hasta la madrugada.
Lo normal sería pensar en que sale con amigos o con alguna chica, pero al volver no muestra signos de haber bebido o tomado algún tipo de droga, como mucho con la ropa sucia y maloliente.  Tampoco habla sobre sus amistades, si es que las tiene. De la única persona que habla muchas veces es de usted, por eso nuestra invitación, para ver si sabía algo que nosotros no supiéramos.

-Pues no, lo único que se me ocurre, es que le hubiera afectado la muerte de Carla, tengo entendido que esa chica iba detrás suyo, es posible que Joan estuviera a punto de rendirse y ceder a sus encantos y al ocurrir tan terrible suceso eso le hiciera cambiar de actitud.

-Tal vez tenga razón. -dijo Marta- Aunque tiempo antes de ocurrir eso, le había visto alguna vez algo en la mirada que me dio hasta miedo, parecía sentirse como muy poderoso y como si el resto fuéramos como unos insignificantes insectos.

-Esperemos que al poder juntarse con otros chicos de más estatus económico no se le suba a la cabeza y por eso les mire a ustedes así. Lo digo porque he escuchado algún caso, pero al final se acaban dando cuenta de lo que de verdad importa.

-Muchas gracias por su ayuda, profesor Enric, me han servido de mucho sus palabras.

CAPÍTULO DOCE: De pesadilla a realidad