Capitulo Tercero

CAPÍTULO 3: LAS EXTRAÑAS PRUEBAS

CAPÍTULO 3: LAS EXTRAÑAS PRUEBAS


Enric, prosiguió:

-En un principio, pensé que se podía tratar de cualquiera de los motivos que habéis comentado.

Los alumnos sonrieron, orgullosos.

-Hasta que hablé con el Comisario de La Verneda, con el que tengo mucha amistad, ya que estudiamos juntos.
Él me envió los videos de las grabaciones de las cámaras del metro.
La mala suerte fue que la del vagón no pudo grabar porque alguien le había echado encima pintura negra con algún spray.
En las de la estación de La Verneda (Una antes del final, donde se encontró el cadáver al revisar que no quedara nadie dentro de los vagones), podemos ver que del vagón salía una persona.
Por la estatura y complexión, se trataba seguramente de un hombre joven.
Al mismo momento que el chico sale, parece ser que otra persona entra en el vagón.

Joan se quedó con la boca abierta: él no había visto entrar a nadie.
Siguió escuchando a Enric:

-A la persona que salía no la podemos identificar, puesto que llevaba gorra, gafas oscuras y una braga en el cuello.
Toda su ropa era de color negro.
En cuanto, a la otra persona...
La llamamos persona por decir algo.

-¿Qué? ¿Qué quiere decir, profesor?

Dijo algún alumno.

-Su imagen no se ve definida, ni tan siquiera parece que lleve ropa.
Es posible que en ese momento la cámara tuviera alguna especie de fallo.

-¡Claro, profesor! ¿Qué sino iba a ser?

Saltó otra vez el mismo.
Todos rieron a carcajadas.
Todos menos Enric y Joan.
El primero, después de mandar silencio, prosiguió con el relato:

-Las otras pruebas son aún más extrañas: el arma o armas homicidas.
Presentaba dos incisiones en la parte derecha del cuello y otras dos en la izquierda.
Las primeras, se hicieron seguramente con algún objeto metálico con dos púas.
En cambio, las segundas...

Joan no salía de su asombro.
Nervioso, preguntó:

-¿Qué, profesor? ¿Qué pasa con las segundas?

-Que, que... ¡Que parecen producidas por el mordisco de un animal, un animal con colmillos!

Otra vez las risas.

-Además, -dijo Enric- en el cuerpo no quedaba ni rastro de sangre...

-Pero... ¿Qué se ha tomado usted?
Mejor que deje de tomar lo que esté tomando, le hace soltar disparates.
No, sí... ¡Ahora va a resultar que existen los vampiros!
Pongamos que es cierto que le han extraído la sangre, seguramente lo harían con alguna especie de máquina.
Al indigente lo habrían matado fuera del metro y de alguna forma lo dejaron dentro del vagón que estaba más vacío.

Enric vio que tenia su lógica y Joan se quedó algo más tranquilo, puesto que esto desviaba más el caso.
El profesor no las tenía todas consigo, porque al ver las pruebas quedaban muchas lagunas sin respuesta.
Hablaría con Josep, su amigo el comisario, sobre lo que había dicho el alumno.
Hubiera ocurrido de una forma u otra, mejor decir que ha sido de una forma lógica y no producido por una criatura sobrenatural.
Transcurridos unos meses, en los que la investigación policial no llegaba a ninguna parte y puesto que las pruebas era inconcluyentes, se acabó publicando que había sido tal y como había teorizado aquel alumno.

CAPÍTULO CUARTO: Las pesadillas